sábado, 7 de abril de 2012
La fiesta de cumpleaños más extraña del mundo (capítulo 5)
Olivia escuchó asombrada el plan que la Abuela había ideado para atrapar al Duende de las velas de cumpleaños que se había llevado su fantasía.
- Si aparece siempre cuando un niño pide un deseo… entonces tenemos que celebrar un cumpleaños esta misma tarde.
-¿Pero qué cumpleaños? El mío ya pasó y el tuyo…
Olivia se calló de repente. No tenía ni idea de cuándo era el cumpleaños de su abuela. Tímidamente alzó la vista con vergüenza y antes de formular la pregunta, la Abuela le respondió con naturalidad.
- El 29 de febrero. Un día que solo llega cada cuatro años. ¿Por qué te crees que me conservo tan bien? Solo cumplo años cuando es bisiesto…
La niña miró a su Abuela intrigada. ¿Sería verdad lo que decía? La anciana hablaba siempre con aquel tono tan enigmático que era difícil saber cuando hablaba en serio y cuando en broma…
- Pero esto de las fechas da igual. Vamos a “inventar” un cumpleaños, no tiene por qué ser cierto, nos vale con que lo parezca.
Así que la Abuela Luci y Olivia comenzaron a hacer una suculenta tarta de chocolate. Cuando estuvo acabada, la Abuela comenzó a buscar velas en un mueble viejísimo, de madera oscura y algo cochambrosa que parecía a punto de convertirse en polvo. Abrió uno de los cajones y comenzó a sacar una montaña de objetos: cucharillas de plata oxidadas, sobres de azúcar, servilletas arrugadas, un bloc de notas de hojas amarillas, corchos de botellas, llaves que parecían no haber abierto jamás una puerta, calendarios antiguos con gatos en la portada, caramelos de limón, recetas recortadas de alguna revista…
- Pero Abuela… ¿cómo vas a encontrar algo aquí? ¡Menudo desastre!
- Calla niña, no me desconcentres, estoy a punto de conseguirlo.
Y al poco rato, emitió un chillido de satisfacción.
- ¡Aquí está!
Se trataba de una bolsa pequeñita donde había un grupo de velas de colores, bastante consumidas. Las sacaron de la bolsa y las contaron. Había doce. Cogieron unas cuantas y las pusieron en la tarta de chocolate y fueron al salón. De uno de los cajones de la mesa, la Abuela Luci sacó un mantel blanco con bordados amarillos. Puso platos y vasos y se dispuso a encender las velas.
- ¡Un momento! – gritó de repente Olivia – ¿Sólo vamos a ser tú y yo? Vaya birria de cumpleaños, eso no se lo va a creer nadie.
- ¿Y a quién quieres qué invitemos?
- Pues no sé… pero un cumpleaños con dos personas… ¡Menudo rollo!
- Mmmm tal vez tengas razón… déjame que piense…
La Abuela Luci salió disparada hacia la habitación. Volvió con tres marionetas de rizos repipis y estridentes colores a los que puso gorros de papel.
- Son Abe, Ceda y Rio, teníamos un espectáculo en el circo con ellos…pero eso es otra historia. ¿Son suficientes invitados o ponemos también a los gatos?
Y antes de que Olivia contestara, la Abuela Luci, agarró a Rito y Rita, que maullaron enérgicamente. De nada les sirvió sacar las uñas y tratar de aferrarse al tapizado del sofá, porque la Abuela era más fuerte y tiró de ellos hasta que consiguió sentarlos a la mesa. Eso sí, poniéndoles antes un ridículo collar de flores que les daba un aspecto de lo más cómico.
Olivia pensó que jamás había visto una fiesta de cumpleaños tan extraña. Alrededor de aquella mesa había una tarta de chocolate, siete platos, de los que solo se usarían dos, tres marionetas con gorros de papel, una abuela de lo más estrafalaria, dos gatos con collares de flores y ella, una niña sin imaginación…
- Ahora sopla las velas, Olivia.
- ¿Y pido un deseo?
- Claro, aunque como se trata de un cumpleaños falso no creo que se cumpla. Pero tenemos que conseguir que el duende venga esta noche.
- ¿Y qué pido?
- Pues que va a ser Olivia… tu fantasía…
Ante la atenta mirada de la Abuela Luci, de Rita y Rito y de los ojos sin vida de Abe, Ceda y Rio, la niña apagó de un tirón las gastadas velas de la tarta de chocolate.
- Muy bien, Olivia, ahora solo nos queda esperar a la noche. Seguro que ese malvado duende viene. Seguro que lo atrapamos. Ya verás…
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Este cuento me ha gustado mucho. Hugo López.
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