martes, 24 de abril de 2012

¿Qué has hecho con la fantasía? (capítulo 7)




Olivia se abalanzó hacia la cama lo más rápido que pudo, pero no le dio tiempo a meterse en ella antes de que el duende se diera cuenta de que en esa cama no había nadie.

- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah, ¿dónde se ha ido esta niña? – gritó sorprendido el duende.

Al darse la vuelta se encontró con Olivia, que por más que lo intentaba no conseguía ver ni oír al duende, y con la Abuela, que le miraba con cara de pocos amigos.

- Eh, esto… ¿qué está pasando aquí?

Rápidamente la Abuela se abalanzó hacia él y le agarró de los hombros.

- Eso mismo nos gustaría saber a nosotras. ¡Robaste la fantasía de Olivia y queremos que nos la devuelvas!

- Sí, eso digo yo: no sé dónde estás ni como eres, pero quiero mi fantasía de vuelta – gritó Olivia sin saber muy bien hacia donde dirigirse.

- Peeeeeeeeeeeero…si yo no he robado nada: ella me la dio voluntariamente. Solo hice mi trabajo: ¡Suéltame!

- No, hasta que nos digas dónde está la fantasía de Olivia.

El duende puso cara de fastidio y se rascó la nariz preocupado.

- Tenéis que creerme: yo ya no tengo su fantasía.

- ¿Y quién la tiene entonces?

- Pues…bueno…lo cierto es que yo…

- ¿Qué has hecho con ella?

- La vendí – exclamó avergonzado el duende –. La verdad, no era una fantasía muy interesante que se diga, se nota que era una fantasía de persona poco leída…pero me la compró un escritor desesperado.

La Abuela puso los ojos en blanco y su cara se volvió más y más roja. Olivia se dio cuenta de que estaba realmente enfadada y por un momento temió por la vida del duende.

- ¡Maldito duende! ¿Quién era ese escritor al que se la vendiste?

- Pues, pues – el duende tenía tanto miedo que le castañeaban los dientes – no lo sé. ¡Todos los escritores me parecen iguales! Son gafotas, ensimismados, raritos y exagerados. Además, seguro ese escritor ya la ha gastado toda y si es así ya no puede hacerse nada…

- ¿¿¡Cómo!?? ¿Quieres decir que es IMPOSIBLE recuperar la fantasía de mi nieta?

- La fantasía que me llevé sí, porque al utilizarla, se agota. Pero hay una forma de conseguir una fantasía nueva…

- ¡No te atreverás a decir que robándosela a otro niño?

- No, claro que no. Además, te recuerdo que yo no robé nada: Olivia me la dio voluntariamente.

- Entonces, ¿cómo la vamos a conseguir?

El duende carraspeó haciéndose el interesante.

- Si quieres saberlo tendrás que soltarme primero.

- Ya, para que desaparezcas de nuevo…

- Tendrás que confíar en mí, porque no pienso hablar hasta que me sueltes.

La Abuela se quedó pensativa durante un rato y finalmente accedió a soltar al duende, que lanzó un profundo suspiro cuando se vio libre al fin.

- Vale, tal y como yo lo veo, lo que tenemos que hacer para que Olivia recupere su fantasía es…

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