domingo, 15 de abril de 2012

Ruidos en la noche (capítulo 6)




Olivia escuchó un ruido en medio de la noche que la despertó sobresaltada. Por un momento se sintió desorientada: aquella cama tan grande, las mantas con ese olor pegajoso a naftalina y esos extraños ruidos…

Pronto recordó todo. Estaba en la habitación de la abuela y tenían un plan para atrapar al duende de las velas de cumpleaños que le había robado la fantasía. Antes de acostarse, la Abuela Luci le había explicado cómo harían para desenmascararlo y obligarle a devolverle a Olivia su fantasía:

- Tú te irás a dormir como siempre, y yo me quedaré en la habitación esperando a que llegue. Cuando intente despertarte, yo iré por detrás y le agarraré. Hay que procurar que no se apague la vela de su gorro, porque si no desaparecerá.

- ¿Y no puedo quedarme contigo despierta esperándole?

- No, tienes que estar dormida para que el duende venga, si no…¡lo mismo adivina que le hemos tendido una trampa!

- Pero ¿y si te quedas dormida tú?

- ¿Yo? Olivia, pero si las abuelas casi no necesitan dormir, se pasan horas y horas despiertas. ¿Tú me has visto alguna vez quedarme dormida?

Olivia pensó en las veces que la Abuela Luci venía a visitarlos y se sentaba a ver las noticias en el salón. De vez en cuando cerraba los ojos y cuando tratabas de despertarla, contestaba siempre de la misma manera.

- No estaba dormida, es que con los ojos cerrados oigo mejor…

Olivia no estaba segura de que aquello fuera verdad, pero ya había aprendido que era mejor no contradecir a la Abuela Luci, ¡menudo genio se gastaba cuando se enfadaba! Así que se puso el pijama y se fue a la cama tal y como habían planeado. Pero Olivia estaba nerviosa por atrapar al duende, ¿cómo iba a ser capaz de dormirse cuando estaban a punto de capturar a ese bribón? Sin embargo, no llevaba ni diez minutos en la cama, cuando sus ojos se fueron cerrando lentamente.

No sabía cuánto tiempo llevaba durmiendo cuando aquel extraño ruido la despertó. ¿Sería el duende? La niña miró a su alrededor pero no se veía nada. Todo estaba tan negro, que por un momento, Olivia dudó si tenía o no los ojos abiertos.

- ¿Abuela? – preguntó casi en un susurró – ¿Sigues ahí?

Pero nadie contestó. Olivia escuchó atentamente y pronto comprendió lo que había pasado.

- ¡Abuela! ¡Te has quedado dormida! – gritó con fuerza.

- Eh…esto… ¿yo? No, no, qué va…estaba disimulando, por si venía el duende.

- Pero Abuela, ¡¡si hasta estabas roncando!! Me has despertado y todo…

- Anda, no digas tonterías. Si yo no me duermo nunca…y menos teniendo esta importantísima misión.

- Ya, claro…

A Olivia, no le dio tiempo a decir nada más. De repente una luz suave y cálida iluminó la habitación.

- Es el duende, Abuela, ¡seguro!

- Sí, creo que sí. Todos a sus puestos. El espectáculo está a punto de empezar…

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